Hoy, 20 de mayo de 2024, conmemoramos en la Iglesia el día de María, Madre de la Iglesia, que se corresponde al lunes después de Pentecostés. Este título singular que honra a la Virgen es usado oficialmente desde el Concilio Vaticano II, aunque ha sido nuestro pontífice, el Papa Francisco el que marcó en el calendario esta celebración como día especial de festejo.
Este título es celebrado como uno de los piropos que se dan a nuestra Madre durante la recitación de sus Letanías, tras el rezo del Santo Rosario. Esto nos da una señal de su importancia. Y es que sólo Ella puede en justicia recibir esta honra. Ella es Madre con mayúsculas, porque en primer lugar es Madre de nuestro Redentor y de nuestro Dios. Y también, porque este papel se extendió a todo el género humano en tanto en cuanto que Ella participó como nadie de la amarga Pasión de Nuestro Señor, y por tanto de nuestra Salvación y fundación de la Iglesia. Pero hay que señalar que cuando hablamos de este título en especial, su significado es mucho más profundo y relevante de lo que en primera instancia puede parecer.
Cuando María era una joven Virgen sucedió en Ella algo inaudito: la Encarnación del Verbo. Todo un Dios tomó carne humana en su Seno Virginal. Con el Fiat de María, Nuestro Señor se hizo pequeño, se rebajó a carne mortal y se hizo Prisionero en el Seno Materno de María. Allí aguardó hasta que su tiempo natural se cumpliese para poder nacer. Todo lo hizo en base a su Justicia y Sabiduría que son Eternas. ¿No es esto mismo lo que se repite cada día durante la Consagración en la Santa Misa? Dios baja del Cielo, y en esa esclavitud de Amor en manos del sacerdote, se vuelve pequeño por medio de la transustanciación , en un humilde trozo de Pan. Y allí permanece en el Sagrario, ocultando este Milagro a los ojos de la gente - tal y como sucedió en el Vientre de María - esperando siempre, en silencio, a que llegado el momento Él pueda volver a nacer en el corazón de los hombres. María es por tanto el primer Tabernáculo de la Iglesia; el primer Sagrario donde Jesús aguarda para regalar Vida eterna a su criatura.
Además, si atendemos al Evangelio, sabemos que Ella fue la primera Portadora de Jesús al mundo, ya que así lo hizo en su visita a su prima Santa Isabel - hecho histórico al que se refiere el segundo Misterio Gozoso del Rosario - . En el saludo de la Virgen, Santa Isabel y el bebé Juan, el futuro Bautista, que todavía estaba también en el vientre de su madre, exaltaron de gozo ya que se llenaron ambos del Espíritu Santo y supieron reconocer la voz de la Madre de la Iglesia. Fue realmente un encuentro de Dios hecho Hombre con su criatura, el cual se encontraba oculto en el PRIMER TABERNÁCULO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE. Y ese Tabernáculo Purísimo, el único Digno de Él, es sin lugar a dudas su Santa Madre.
Como podemos ver en este título - y otros tantos -tiene realmente muchos secretos hermosos que hacen referencia a ese Papel de Madre de María. En este breve post es imposible hablar de todos sus aspectos, sin embargo son tan enriquecedores que iremos hablando en futuros escritos . Las Letanías contienen un gran número de ellos que nos ayudan a comprender mejor esa misión Corredentora de Nuestra Señora. Por ello os invito a profundizar, de una manera más profunda, todos esos piropos que la Iglesia le concede, con el fin de conocerla y amarla cada día un poquito más. Ahí se encuentran muchos Misterios Divinos que son en verdad perlas de Gracia. Y es que hay una verdad que nos afecta a todos nosotros: nunca llegaremos a conocerla y a amarla lo suficiente. Lo que sí podemos hacer es amarla y hacerla amar con todas nuestras fuerzas, sin escatimar esfuerzos, trabajos y/o sacrificios. Y es papel del Caballero de la Inmaculada el hacer este pequeño acto de voluntad, y así poder ser llamados verdaderos hijos de María. Y esto merece la pena, ¿ no crees?
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