Dios es Creador de todo lo creado y, en algunas ocasiones utiliza su Creación para manifestarse. Así lo hemos leído en las Santas Escrituras como el Fuego que no se consume, las aguas que se abren o la higuera que se seca. Todo ello es sin lugar a dudas formas que Dios escogió para hablar y ser escuchado. Él, que todo lo sabe y todo lo puede, tiene la Potestad y el Derecho de enviar a ciertos mensajeros, mostrando así las Maravillas de su Omnipotencia. ¿Quién como Dios? ¡Nadie!
Y es que sólo tenemos que observar a nuestro alrededor para darnos cuenta que la naturaleza habla de parte de su Creador a los hombres. Es un mensajero visible, palpable y contable. A nosotros nos toca escuchar y decidir si atendemos al mensaje, a veces clarísimo, o no. No existe término medio en estas cuestiones: o estamos con Él o contra Él. El Caballero de la Inmaculada debe escuchar y posicionarse en favor de nuestro Creador, como hijos predilectos de la Inmaculada que somos.
Los acontecimientos de la auroras boreales que se han visto en todo el mundo, o el eclipse pasado que encierra toda una simbología en sí mismo, son sólo dos de los ejemplos más actuales de mensajes que gritan desde el cielo, superando todo límite matemático. En general su destinatario puede ser una persona, una nación o incluso el mundo entero. Dios sigue hablándonos y exhortándonos para que no abandonemos el Camino de la Verdad y la Vida. Algunos de esos mensajes son bastante conocidos - que no equivale a ser escuchados - y otros sin embargo, han pasado más desapercibidos sin que el mensaje cale en el pueblo de Dios. Y este es el caso de la historia que nos ocupa hoy.
Hace unos pocos años en Rusia, más concretamente en la playa de Sochi, iba una pareja compuesta por un militar y su mujer, paseando tranquilamente por la orilla del mar. Y allá a lo lejos, vieron cómo había un movimiento inusual y un tanto extraño de la superficie del mar. Les llamó claramente la atención y fueron acercándose poco a poco al punto donde se veía aquel extraño movimiento marino. Pudieron divisar claramente una manada de delfines, los cuales fueron doce tal y como atestiguó la pareja que pudo contar su número, cuando se encontraban cerca de los mamíferos ya que estaban en la orilla. Traían algo que iban empujando con sus lomos y cabezas. Trataban de que no se hundiera ese objeto y lo trataban con una delicadeza tal, que la pareja quedó impresionada. Los delfines no hicieron caso de la presencia de los dos extraños, y depositaron en la arena aquel objeto en forma cuadrada. Estaba completamente sucio, lleno de arena y oscurecido por el paso del tiempo y por haber permanecido en lo más profundo del mar. Cuando cumplieron su misión, los delfines se marcharon ya algo cansados por el viaje y nadaron lentamente para volver a su hogar.
Picados por la natural curiosidad, la mujer se agachó para ver de qué se trataba y con sus manos, comenzó a quitar esa primera capa de restos marinos y arena. Para su sorpresa descubrieron un rostro que les era muy familiar: era la Virgen de Kursk. Dieron alabanza a Dios por el milagro del encuentro y estupefactos cogieron el bello icono. El coronel la llevó a Moscú para mostrársela al patriarca Kiril, y contarle así esta maravillosa historia de cómo doce delfines llevaron a la Madre de Dios a la superficie, muy lejos ya de las profundidades.
Más allá de que este acontecimiento sea un milagro, es además un signo de nuestros tiempos actuales. Un mensaje claro de los planes que tiene Dios con el pueblo de Rusia, y su llamada a la conversión a través de las Purísimas Manos de la Virgen María. Dios sigue hablándonos en el ahora, en el tiempo presente.
¿Y tú, qué opinas? ¿Dios utiliza su Creación para hablarle al hombre? ¿Es este acontecimiento de los delfines un signo? Y las auroras boreales que ya están empezando a decir los medios de comunicación que se van a repetir... ¿Es una bella manifestación de la naturaleza o es algo más? ¿Conoces otro signo de los últimos tiempos?
Si lo deseas deja tu comentario; os estaré leyendo. 😊
Comments