Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias
(Por: Mª Lourdes Aguilera)
De esta aparición se dio cuenta a los Prelados y al Sumo Pontífice, su Santidad Gregorio XVI, el cual concedió gracias especiales a los que en ciertos días del año (los días 13 de cada mes) visiten el Altar de la Sagrada Imagen.
193 años han transcurrido desde su gloriosa Aparición, y el culto a esta Imagen del Olvido Triunfo y Misericordias está difundido por todo el mundo. Durante el reinado de Isabel II y en la vida de la Venerable Madre Patrocinio fueron muchos los favores que los fieles obtuvieron de la Divina Señora del Olvido Triunfo y Misericordias y Ella sigue concediendo a sus verdaderos devotos. Están difundidas 6.000 Imágenes en el mundo.
El 13 de agosto de 1831 se le aparece la Virgen María a la joven monja concepcionista franciscana llamada Sor Patrocinio. La Virgen le entregó una imagen por manos de San Miguel Arcángel y le pidió que esa imagen sea venerada bajo el nombre de Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias.
La madre Patrocinio tuvo una visión celestial mientras se encontraba junto con otras de sus hermanas de congregación en el coro de la iglesia en el convento de las Concepcionistas Franciscanas de Madrid, ubicado en la calle Caballero de Gracia. Los hechos sucedieron cuando se disponían a realizar la oración.
Se cuenta que la madre Patrocinio entró en un profundo éxtasis y en ese momento vio a la Virgen María que venía acompañada de San Miguel Arcángel. Este último sostenía una pequeña imagen que representa a la Virgen Santísima coronada y lleva sentado en su brazo derecho al Niño Jesús que también está coronado.
La Virgen María sujeta, con la mano izquierda, una piña sobre la cual el Niño Jesús tiene su pequeña mano. La piña significa el alma, la familia y la sociedad y que estamos en manos de Nuestra Madre y a las cuales el Niño Jesús protege y quiere salvar.
Actualmente se venera esta imagen en la iglesia del Carmen, de las Concepcionistas Franciscanas en Guadalajara (España).
La madre Patrocinio tuvo, desde muy pequeña, encuentros místicos con Nuestra Señora. Esta monja fue rechazada y atacada por su misma madre. Se cuenta que, cuando era pequeña, cuando entró a una iglesia y vio una imagen de Nuestra Señora, extendió los brazos hacia Ella y la tomó por madre. También se cuenta que la misma Virgen María la enseñó, entre otras cosas, a bordar. Y se cuenta que, sin tener conocimiento profundo de la fe, escribió un Viacrucis que sólo podría haberse escrito con ayuda celestial.
El nombre “Patrocinio” le fue dado por la mismísima Virgen María. Esto se cuenta en el libro de sus memorias “Vida Admirable” (escrito por su secretaria particular, la reverenda madre Sor María Isabel de Jesús). Su nombre al ser bautizada era María Josefa de los Dolores Anastasia Quiroga y Capopardo. Se le conoce como Sor Patrocinio, la Monja de las llagas.
La madre Patrocinio cuenta en sus apuntes la conversación que se da entre la Virgen María y ella. Su confesor y sus superiores mandaron a que escribiera lo que se lee a continuación:
“Clamaba mucho en esta ocasión por las necesidades que tanto afligen a la Santa Iglesia y el Dulce Amor se me manifestó severo, airado y como dando muestras de que quería castigarnos”.
— Esposo mío, ¿para cuándo son vuestras misericordias?
— Pide, esposa mía, que cuanto pidas seré liberal para concedértelo.
— Pedía sin límites; entonces, mi dulce Amor me manifestó el lastimoso estado en el que se hallaba la Santa Iglesia. Moría de dolor y mis angustias crecían sobremanera.
— Paloma mía, mi amor no puede verte afligida. Aquí tienes a mi Madre, que será tu guía, consuelo y amparo.
Ese mismo día, mientras ella y sus compañeras rezaban por la tarde, la madre Patrocinio volvió a quedar en éxtasis y, de sus escritos, puede leerse lo siguiente:
“Manifestose de nuevo la Beatísima Virgen con esta preciosísima, portentísima e
invictísima imagen en sus soberanas manos”.
— Hija mía, ¿por qué se contrista tu corazón, si pondré todas las misericordias y tesoros de mi Hijo hoy en tus manos, por medio de esta mi soberana Imagen, para que las distribuyas en Mi nombre a los mortales, segura de que las que hicieses por Mi amor a tus hermanos, esas mismas confirmamos Mi Hijo y Yo, que soy tu madre en el Cielo?
— Señora y Reina mía, ¿no véis la España y los males que nos afligen?
— Hija mía, los veo; pero no puede mi amor ser más benéfico para con los hombres. Ellos se olvidan de Mí y retiran las misericordias y, por esto, a esta Imagen le darás el título misterioso del Olvido: para darles a entender que me han olvidado. Pero yo, que soy vuestra tierna y amorosa Madre, quiero poner a vista de todos los mortales en esta Imagen mía que jamás Mis misericordias se apartan de ellos.
Miraba yo con gran ternura a tan divino simulacro cuando vi que mi invectísima Reina cogió un pañuelo de manos del Príncipe San Miguel y, aplicándole a la soberana llaga del costado de nuestro amante Jesús, lo empapó la divina Señora en la sangre de aquel divino y deífico Corazón y después, aquel pañuelo, así empapado, lo puso sobre esta encantadora Imagen. Después vi que la soberana Reina rociaba a este pueblo con la Sangre Preciosísima”.
— Hija mía, ¿me amas?
— Señora mía. Vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra.
— Hija mía, ¿me amas?
— Señora mía. Vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra.
— Hija mía, ¿me amas?
— Señora mía. Vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra.
“Pues a tu solicitud y cuidado dejo el culto y veneración de esta sagrada Imagen mía con el título del Olvido, Triunfo y Misericordias. Ella será la consoladora del mundo y todo afligido encontrará en mí, por mediación de esta Imagen, el consuelo. Al alma que, rendida a sus pies me pidiera alguna cosa, jamás se le negará mi Amor. Será el consuelo del mundo y la alegría de la Iglesia Católica y, por su medio, mi Hijo y yo recibiremos culto. Tú, hija mía, alcanzarás victoria del poder de satanás y tu comunidad, perfección en servirme”.
“Entregóme la soberana reina esta portentísima Imagen, este encanto de los cielos y la Tierra, y empezó en el cielo una celestial música, entonando la salve y otros sagrados cánticos; todos los cortesanos del cielo se daban parabienes. La Santísima Trinidad la bendijo, igualmente la Santísima Virgen María y, después todos los cortesanos del Cielo llegaron a adorar a su Reina y Señora en esta soberana y encantadora Madre del Olvido". (Vida admirable, páginas 52-53)
Las promesas de Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias son 9:
“En tus manos voy a poner esta Sagrada Imagen y con ella todas las misericordias de mi Santísimo Hijo”.
“Ha vinculado el Señor en esta portentosa Imagen el alivio, consuelo y remedio de todos”.
“Esta imagen será el consuelo del mundo y la alegría de la iglesia Católica”. (Es, prácticamente, el mismo mensaje que dio Nuestra Señora en Fátima: “al final, Mi Corazón Inmaculado triunfará”).
“Todo afligido hallará en mí, por mediación de mi Imagen, el consuelo”.
“El alma que, rendida a sus pies, me pidiera alguna cosa, jamás se la negará mi amor”.
“Tú, hija mía, alcanzarás la victoria del poder de satanás y tu Comunidad, perfección en servirme”.
“No solamente los Conventos, sino cualquier población que expusiese y venerase a la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, se verá libre —decía la Sierva de Dios— de las calamidades con que en otros puntos serían probados porque sería ella como un pararrayos de la divina justicia, Arca de Noé, y seguro refugio para librar a sus devotos de las aguas del Diluvio”.
“No puede mi amor ser más benéfico para con los hombres. Ellos se olvidan de mí y retiran las misericordias; y por esto, a esta imagen le darás el título misterioso del Olvido; para darles a entender que me han olvidado; pero yo, que soy vuestra tierna y amorosa Madre, quiero poner a vista de todos los mortales en esta imagen mía, que jamás mis misericordias se apartan de ellos”.
“Por su medio (por medio de tal Imagen en la cual la Virgen sostiene al Niño Jesús en sus brazos), mi Hijo y yo recibiremos culto”. (Del libro “Sor Patrocinio, la monja de las llagas”, con aprobación eclesiástica).
Como Caballeros de la Milicia del Inmaculado Corazón de María, ¿cómo debemos responder ante los mensajes de Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias?
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Nuestra Señora nos recuerda en estas apariciones que Nuestro Señor quiere darnos Su Misericordia. Sólo debemos buscarla y la encontraremos sin duda, en el sacramento de la Reconciliación. Ahí es a donde debemos buscarla con humildad.
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No solamente nos recuerda la Misericordia infinita de Nuestro Padre Eterno a través de la imagen que dejó a la venerable Madre Patrocinio por manos de San Miguel Arcángel, sino que también Ella quiere ser el remedio a nuestros males, a nuestras preocupaciones con Su intercesión. Ella, como buena madre que es, quiere consolarnos y aliviarnos en las tribulaciones, en los problemas, en la vida diaria. Quiere que la busquemos y le pidamos Su intercesión. ¿Qué mejor intercesora ante el trono de Dios que Ella?
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También nos recuerda que, al final, Ella será quien triunfe sobre el mal. Y, al venir Su triunfo, vendrá también el reinado de Su Hijo Jesucristo a la tierra. Por eso pedimos siempre en el Padrenuestro: “venga a nosotros Tu reino”. Y Ella, quien fue quien lo trajo por primera vez al mundo, será quien lo traiga otra vez para que reine en todos los corazones.
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Promete que, quien tenga esta imagen expuesta en su casa o en una parroquia, será salvado de las calamidades con las que serán probados muchos lugares en la tierra. (Si no se puede tener una figura, también se puede imprimir una imagen impresa de la imagen original enmarcada en un lugar especial de la casa o en un altar).
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Nos recuerda que, a pesar de que muchos se olvidan de Ella y de la Misericordia Divina, Ella está ahí y NUNCA se olvida de cada uno de Sus hijos e intercede por cada uno de nosotros.
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También nos recuerda que el culto debe ser, ante todo a Su Hijo Divino, Jesucristo y en la imagen se da culto, tanto a Ella como madre del Verbo hecho carne, como al mismo Dios hecho hombre. Ambos guardan y cuidan de cada alma, de todas las familias y de la sociedad. No dudemos en buscar su auxilio y su protección. Ellos están siempre ahí. Y Ella, nuestra Madre del Cielo, nunca nos abandona, aunque muchos se olviden de Ella.
Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias, ¡ruega por nosotros!