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Nuestra Señora de Luján.

(Por: Nayi Rincon)

A principios de 1930, Monseñor Francisco Alberti, Obispo diocesano de La Plata y de Luján, había solicitado en nombre de todo el Episcopado Argentino, Uruguayo y Paraguayo al Papa Pío XI, que se dignara declarar oficialmente a la Virgen de Luján Patrona de las tres Repúblicas.El 5 de octubre el mismo Obispo platense, en ausencia del Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Bottaro, postrado por la enfermedad, asumió la representación de todos los Arzobispos, Obispos de los tres países y proclamó (por bula de Pío XI, del 8 de setiembre de 1930), a la Virgen de Luján como Patrona Celestial ante Dios. La fecha de la fiesta de Nuestra Señora de Luján es el 8 de Mayo.

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Hacia el año 1630, un cierto portugués, de nombre Antonio Faría de Sá pidió a un amigo suyo, Juan Andrea, que le trajese del Brasil una imagen de la Concepción de María Santísima con el propósito de venerarla en la Capilla que estaba fabricando en su estancia. Juan Andrea cumplió el encargo y le trajo no una, sino dos imágenes de Nuestra Señora, que llegaron al puerto de Buenos Aires. Una, según el pedido, era de la Purísima Concepción; la otra, del título de la Madre de Dios con el niño Jesús dormido entre los brazos. All legar al puerto ambas imágenes fueron puestas en dos cajoncillos y subidas a una carreta par ala travesía hasta su detino final. Al llegar a las orillas del Río Luján, en la estancia de Rosendo, los troperos se detuvieron allí para pasar la noche. Al día siguiente, una clara mañana de Mayo, queriendo proseguir el camino no pudieron mover la carreta. Admirados de la novedad pasaron a individualizar la causa y declaró el conductor del convoy: “Aquí vienen dos cajones con dos imágenes de la Virgen, que traigo recomendados para una capilla de Sumampa”. Cuando abrieron el cajón, hallaron una bella imagen de Nuestra Señora de la Concepción, de media vara de alto y con las manos juntas ante el pecho. Luego de venerar la Santa Imagen la llevaron en procesión a la casa de Rosendo y sus dueños le levantaron un humilde altar. Fue entonces cuando un joven negro llamado Manuel- dijo: “Sáquese de la carreta uno de los cajones y observemos si camina”. Así se hizo, pero en vano. “Truéquense los cajones”, replicó él mismo. Entonces ocurrió que al cambiar los cajones y al tirar los bueyes la carreta se movió sin dificultad.

La Imagen de Nuestra Señora estuvo por algún tiempo guardada y venerada en la pequeña habitación de la casa de campo del Rosendo, adornada ahí con todo el decoro y respeto posible. Pero muy pronto los dueños de la estancia quisieron levantar a la milagrosa Imagen una Capilla que estaría lista hacia mediados de 1633. Fue abierta a los numerosos peregrinos que allí acudían, atraídos por las gracias que la Virgen Santísima dispensaba a sus devotos.   En este campo el Negro Manuel fue asignado a cuidar de la imágen en todo momento, dicen las crónicas hacia el año 1648, que él era de “una rara calidez y simplicidad” y que cumplió fielmente el encargo que recibiera de su amo, él solía decir “que era de la Virgen y que no tenía otro amo a quien servir que a la Virgen Santísima”. Por su fe en Dios, el negro Manuel (con el sebo de las velas que ardían en presencia de la

Santa Imagen de María Santísima) obraba prodigiosas curaciones en varios enfermos que de partes diferentes concurrían a la Capilla (entre estas curaciones se dió la del Padre Pedro Montalbo quien enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos y fue curado por La Virgen a través del Negro Manuel cuando ya todos pensaban que iba a morir). Tales curaciones las cumplía el negro esclavo sin llamar la atención de nadie, más que de la gente sencilla y devota de la Santa Virgen.  La muerte del Negro Manuel fue probablemente en 1686; él murió  en santidad, por cuyo mérito logró que a su cuerpo se le diera sepultura detrás del Altar Mayor del Santuario, descansando a los pies de su bien amada Imagen de Nuestra Señora de Luján.

Hacia el año 1671, Ana de Matos, mujer acaudalada de Buenos Aires, que conocía de cerca el milagro deLuján, dolorida por el abandono en que quedaba la Santa Imagen, se acercó al Cura de la Catedral, Presbítero Juan de Oramas, medio hermano del Pbro. Diego Rosendo de Trigueros, para pedírsela o comprársela. Debido a la soledad de los campos y sin materiales convenientes no fue fácil construir una Capilla por lo que se procuró un modesto Oratorio, junto a la casa de Doña Matos. Al cuidado del culto fue puesto el Negro Manuel, su fiel servidor. Hacia el año 1677 empezó la obra de la Nueva Capilla construida con material de ladrillos cocidos y se concluyó hacia 1685 celebrando la colocación de la Imagen en su nicho.

Finalmente se logró, por intercesión de la misma Virgen María, la construcción de su basílica. En 1910, Mons. Terrero bendijo solemnemente las naves de la Basílica, habilitándolas para las celebraciones culturales mientras se continuaba la construcción del resto. El grandioso órgano de la Basílica, construido en la casa Cavaillé-Coll de París, de 49 registros reales, fue inaugurado a mediados de 1911.

San Juan Pablo II fue a postrarse ante la Sagrada Imagen de Luján, bajada expresamente desde su Templete dorado para ser colocada al lado del altar Papal. Su Santidad oró ante Ella. Luego se acercó a la bendita Imagen y le colocó el estuche abierto que contenía laRosa de Oro que, con admiración inesperada de todos, como obsequio y distinción excepcional el Santo Padre ofrendaba a Nuestra Señora de Luján. Estas fueron unas de sus palabras: "Vengo a orar por todos aquellos que han perdido la vida: por las víctimas de ambas partes; por las familias que sufren, como lo hice igualmente en Gran Bretaña. Vengo a orar por la paz, por una digna y justasolución del conflicto armado"

EL MENSAJE DE LA VIRGEN DE LUJAN AL MUNDO:

 

A través de actos simples la Virgen Santísima se manifiesta.  Ella deseaba permanecer en este territorio y por eso la carreta que cargaba su imagen no quizo andar más... Ella nos escoge.  Ella escogió ese terrero, ella escogio al Negro Manuel, Ella escogió a Ana de Matos ...y Ella nos escoge a cada uno de nosotros.. para transformar nuestros corazones, para sanar a otros, para orar por la paz; por una verdadera y real paz que solo viene de Su Hijo Jesucristo, Nuestro Señor.

Como Caballeros de la Milicia del Inmaculado Corazón de María, ¿cómo debemos responder ante esta bella historia de Nuestra Señora de Lujan?

Uno de los mensajes de La Virgen es la importancia que tiene venerar sus imágenes... con reverencia, con amor, con ternura y con espacial cuidado (como lo hizo el Negro Manuel).  Hoy en día son muchas las profanaciones, abusos, destrozos y ultrajes a las imágenes de Nuestra Señora... y es nuestra tarea hacer reparación por estas ofensas.

En nuestros corazones debemos construír basílicas para Nuestra Madre amada... como estos habitantes, peregrinos y eclesiásticos de Lujan jamás desfallecieron hasta construirle la mejor de las basílicas que ellos pudieron.  NUESTRA VIRGENCITA SANTA MERECE SIEMPRE LO MEJOR DE NOSOTROS.

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