Virgen de Guadalupe
(Por: Mireya Ortiz y Marisol Murcia)
El Papa Urbano VIII en 164 concedió indulgencia plenaria a quienes visitaran el pequeño santuario ubicado en el Cerro del Tepeyac, donde se veneraba la tilma de Juan Diego. El Papa León XIII aprobó la primera coronación de la imagen; El Papa Benedicto XIV nombró a La Virgen de Guadalupe Patrona de la Nueva España y San Pío X extendió el patronato a toda América Latina. Más tarde, en 1962 el Papa Juan XXIII bendijo el templo a la Santísima Virgen de Guadalupe, en Roma, y le compuso una bellísima oración.
El 12 de diciembre de cada año, la Iglesia Católica celebra la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Ese día en 1531, en el precioso Monte Tepeyac de la ciudad de México, donde provenía un canto celestial, la Virgen María se apareció a un indígena de 57 años llamado Juan Diego. Juan Diego fue proclamado santo por San Juan Pablo II en 2002.
Mensaje de la virgen en su primera aparición:
"Ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive: del Creador cabe quien está todo: Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del Obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que deseo, que aquí me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído."
En su segunda aparición, el mensaje fue:
“Oye hijo mío, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío y con rigor te mando, que hagas saber al Obispo que por mi voluntad debe poner por obra el templo que le pido, y otra vez dile que yo en persona, la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía."
Mensaje de la virgen en su tercera aparición:
"Bien está hijito mío, volverás aquí mañana para que lleves al Obispo la señal que te ha pedido; con esto te creerá y acerca de esto ya no dudará ni de ti sospechará, vete ahora, que mañana aquí te aguardo."
En su cuarta aparición, el mensaje fue:
“Hijo mío que nada te asuste, que ninguna enfermedad te angustie; ¿No estoy yo aquí?, ¿No soy tu Madre?, ¿No estás bajo mi sombra?, ¿No soy yo tu salud?, ¿No estás por ventura en mi regazo?, ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, sube hijo mío a la cumbre del cerrito; allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores, recógelas y tráelas a mi presencia.”
Significado de la época que perdura en nuestros tiempos:
La virgen de Guadalupe, con gran regocijo popular, fue reconocida por el papado y la monarquía española como la patrona de Nueva España. El nuevo culto proporcionó fundamento espiritual autónomo para la iglesia Mexicana, pues a partir de entonces se afirmó la idea de que la cristiandad Americana surgió, gracias a la intervención de la virgen de Guadalupe. Los criollos, los indígenas y las castas se unieron en la veneración de la Guadalupana, que representaba a la patria criolla. Esta veneración se convirtió en factor de unidad nacional. La imagen sería invocada y expuesta como un remedio contra las sequías, las inundaciones y las epidemias y más tarde, los insurgentes la adoptaron como estandarte político. De este modo surgió un símbolo nacional, reconocido por la inmensa mayoría de habitantes de Nueva España, símbolo que liberó a los criollos de su origen español, los desligó de España y les permitió identificarse con la tierra donde vivían.
Como Caballeros de la Milicia del Inmaculado Corazón de María, ¿cómo debemos responder ante los mensajes de Nuestra Señora La Virgen de Guadalupe?
Todo aquel consagrado con amor al Inmaculado Corazón de María, debe tener un sentir sencillo y humilde en su corazón. Es cuando ella llega, te da la seguridad de madre, está contigo, te protege de toda enfermedad y estando bajo su sombra y amparo, no sentirás temor. La siempre Virgen María nos ama a todos por igual y por su voluntad confía en cada uno de nosotros.
Que cada cuerpo sea templo del Espíritu Santo de Dios y por voluntad suya sirva para orarle, venerarla, amarla y unirnos a la milicia de su plan de salvación; como de forma perseverante lo logró Juan Diego.
Su promesa; siendo Guadalupanos es librarnos de sequías, inundaciones y epidemias, que es lo que más necesitamos en este tiempo de aislamiento, tribulación y dolor.
Madre Guadalupana, ruega a Dios por nosotros.