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Nuestra Señora de Akita

(Por: Mireya Ortiz y Marisol Murcia)

El 22 de abril de 1984, después de ocho años de investigación y tras haber consultado al Vaticano, los mensajes de Nuestra Señora de Akita fueron aprobados por el Obispo de Niigata, Mons. John Shojiro Ito.

El Prelado declaró que los eventos de Akita tenían un origen sobrenatural y autorizó en toda la diócesis la veneración de esta advocación mariana. Para llegar a esta conclusión, el Obispo recibió el testimonio de 500 personas entre cristianas y no cristianas, incluyendo al alcalde budista del pueblo.

Virgen de Akita.jpg

La estatua milagrosa fue tallada por Saburo Wakasa, budista japonés, inspirándose en una imagen de Nuestra Señora de Todos los Pueblos y agregando rasgos japoneses al rostro.

El 6 de julio de 1973 se apareció la Virgen María en una población periférica de Akita –Japón, a la joven novicia Agnes Sasagawa.

De la imagen que estaba en la capilla del convento salían unos rayos resplandecientes, lo vieron varias religiosas y al siguiente día apareció en la palma de su mano izquierda una llaga con forma de cruz que sangraba mucho y le causaba gran dolor.

Días después las religiosas reunidas orando, vieron estigmas en la mano derecha de la imagen con gotas de sangre. La imagen mariana comenzó a llorar y siguió haciéndolo en distintas ocasiones por casi siete años.

La hermana vidente "Agnes Sagawa" fue sanada de sordera, lo cual se verificó no tener explicación médica. Este milagro fue una señal de la autenticidad de las visitas de la Virgen y los hechos milagrosos alrededor de la imagen.

La virgen le dictó una oración a la religiosa:

“Sacratísimo Corazón de Jesús, verdaderamente presente en la Santa Eucaristía, te consagro mi cuerpo y alma para ser enteramente uno con Tu corazón, sacrificado cada instante en todos los altares del mundo y dando alabanza al Padre, implorando por la venida de Su Reino. Ruego que recibas esta humilde ofrenda de mi ser.

Utilízame como quieras para la gloria del Padre y la salvación de las almas. Santísima Madre de Dios,

no permitas que jamás me separe de tu Divino Hijo.

Te ruego me defiendas y protejas como tu hijo especial,

Amén.”

Mensaje de la virgen en su primera aparición:

"Reza mucho por el Papa, los obispos y los sacerdotes. Desde tu bautismo siempre has orado fielmente por ellos. Continúa orando mucho... mucho”.

En su segunda aparición, el mensaje fue:

“Para que el mundo conozca su ira, el Padre Celestial está preparando infligir un gran castigo sobre toda la humanidad. Con mi Hijo yo he intervenido tantas veces para apaciguar la cólera del Padre. Yo he prevenido la venida de calamidades ofreciéndole los sufrimientos del Hijo en la Cruz. Oración, penitencia y sacrificios valientes pueden suavizar la cólera del Padre. Que en tu comunidad se cumplan mis mensajes”.

Mensaje de la virgen en su tercera aparición:

"Sin el arrepentimiento vendrá un castigo mayor que el diluvio, tal como nunca se ha visto antes. Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes ni fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que les quedarán serán el rosario y la señal dejada por mi Hijo. Cada día reza el rosario por el Papa y por la iglesia.

La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia; se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos, iglesias, altares saqueados y ataques a los consagrados".

Como Caballeros de la Milicia del Inmaculado Corazón de María, ¿cómo debemos responder ante los mensajes de Nuestra Señora de Akita?

Siendo tan fuerte y tan claro el mensaje de nuestra madre, es urgente obedecerle más aún en esta época de tribulación y ataque a nuestra iglesia católica.

Los mensajes de Nuestra Señora de Akita alientan a recordar la importancia de la Eucaristía en la vida de los fieles, la oración por la reparación de los pecados, la conversión de todos los hombres para acercarse cada vez más al Señor y el rezo diario del Santo Rosario.

Rezar con devoción, y de ser posible a diario, la oración dictada por la Santísima Virgen María a su sierva escogida Agnes Sagawa.

Prepararnos muy bien de manera espiritual con sincero arrepentimiento, con las visitas frecuentes y piadosas al sacramento de la Confesion, y con actos de penitencia, y con adoración al Santísimo Sacramento.

Ofrecer oración de agradecimiento a Jesucristo Nuestro Señor y a Su Santísima Madre, por interceder ante el Padre Celestial y apaciguar su ira causada por tantas abominaciones y pecados de la humanidad.

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